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martes, 21 de septiembre de 2010

Reflexión– ¿Punto Final?

“Ya es suficiente”.

“Hasta aquí llegué”.

“Mis fuerzas tienen un límite”.

“No puedo entregar más”.

“Esto se acabó”.

“No me vuelvas a llamar”.

 
Somos especialistas en poner puntos finales. Lo hacemos automáticamente. Al terminar una redacción: punto; al colgar el teléfono: punto; al apagar la luz para ir a dormir: punto; al cerrar la puerta: punto.

Estamos acostumbrados a dar por terminadas las cosas.

No siempre estamos seguros de que de lo que queremos finalizar está completo: Son las 20:00 hs, la caja no está hecha, pero queremos cerrar el negocio: punto; hay relaciones que necesitarían otra oportunidad, pero ya hemos perdonado demasiado: punto; hay desafíos que deberíamos volver a enfrentar, pero estamos cansados de los fracasos: punto; áreas de nuestro carácter que por años hemos intentado cambiar, pero nos excusamos diciendo “yo soy así”: punto; diálogos que necesitarían una cuota de paciencia y comprensión, pero terminamos con un portazo: punto.

Puntos finales que cierran una oportunidad al cambio. Es hermoso terminar algo bien y poder ver la tarea concluida. Pero no estamos hablando de esos prolijos puntos finales, que son la coronación de un esfuerzo; sino de aquellos puntos que estampamos en las hojas de nuestras vidas porque ya no hay fuerzas para escribir una sola letra más sobre el asunto.

Pero Dios nos dice: “Yo soy el Alfa y la Omega”. (Ap. 21:6).

¡Que distinto es cuando dejamos que Dios sea el principio de nuestras vidas! Cuando Dios es el punto de partida, podemos estar confiados de que llegaremos a buen término. Permitir que El sea nuestro principio en cada cosa que emprendemos; ordena nuestros pensamientos; nuestras emociones; nuestro andar diario. El nunca dijo que sería fácil, pero nos prometió que contaríamos con sus fuerzas y su luz para llegar a la meta.

Quién decide los principios y los finales en tu vida?

¿Estás acostumbrado a determinar hasta dónde hay que dar oportunidades?

¿Has puesto “fechas de plazo” a aquello que aún se podría esperar?

Sí es así, estás en un buen momento para cambiar. Dejar que Dios sea tu principio y tu fin. Humildemente reconocer que no sabemos todo; que necesitamos nuevas oportunidades. Si nos adueñamos de los “puntos finales” no estaremos abiertos a las sorpresas de Dios.

No podemos olvidar que aún nuestra propia vida será concluida por el Gran Escritor de la historia.
PUNTO.

“Ya es suficiente”.“Hasta aquí llegué”.“Mis fuerzas tienen un límite”.“No puedo entregar más”.“Esto se acabó”.“No me vuelvas a llamar”.Somos especialistas en poner puntos finales. Lo hacemos automáticamente. Al terminar una redacción: punto; al colgar el teléfono: punto; al apagar la luz para ir a dormir: punto; al cerrar la puerta: punto.Estamos acostumbrados a dar por terminadas las cosas.No siempre estamos seguros de que de lo que queremos finalizar está completo: Son las 20:00 hs, la caja no está hecha, pero queremos cerrar el negocio: punto; hay relaciones que necesitarían otra oportunidad, pero ya hemos perdonado demasiado: punto; hay desafíos que deberíamos volver a enfrentar, pero estamos cansados de los fracasos: punto; áreas de nuestro carácter que por años hemos intentado cambiar, pero nos excusamos diciendo “yo soy así”: punto; diálogos que necesitarían una cuota de paciencia y comprensión, pero terminamos con un portazo: punto.Puntos finales que cierran una oportunidad al cambio. Es hermoso terminar algo bien y poder ver la tarea concluida. Pero no estamos hablando de esos prolijos puntos finales, que son la coronación de un esfuerzo; sino de aquellos puntos que estampamos en las hojas de nuestras vidas porque ya no hay fuerzas para escribir una sola letra más sobre el asunto.Pero Dios nos dice: “Yo soy el Alfa y la Omega”. (Ap. 21:6).¡Que distinto es cuando dejamos que Dios sea el principio de nuestras vidas! Cuando Dios es el punto de partida, podemos estar confiados de que llegaremos a buen término. Permitir que El sea nuestro principio en cada cosa que emprendemos; ordena nuestros pensamientos; nuestras emociones; nuestro andar diario. El nunca dijo que sería fácil, pero nos prometió que contaríamos con sus fuerzas y su luz para llegar a la meta.¿Quién decide los principios y los finales en tu vida?¿Estás acostumbrado a determinar hasta dónde hay que dar oportunidades?¿Has puesto “fechas de plazo” a aquello que aún se podría esperar?Sí es así, estás en un buen momento para cambiar. Dejar que Dios sea tu principio y tu fin. Humildemente reconocer que no sabemos todo; que necesitamos nuevas oportunidades. Si nos adueñamos de los “puntos finales” no estaremos abiertos a las sorpresas de Dios.No podemos olvidar que aún nuestra propia vida será concluida por el Gran Escritor de la historia.
PUNTO.

martes, 14 de septiembre de 2010

Pasaje clave: Levítico 4.

Ofrendas por el PECADO.

Seguramente te llamó la atención la expresión “si pecare por yerro” (¡queeé!). Esto quiere decir “pecar por ignorancia” (¡aaahhh!).

Muchas veces pecamos a propósito, deliberadamente. Sabemos que no hay que hacerlo y lo hacemos (después inventamos un montón de excusas torpes, pero ese es otro tema), pero en otras oportunidades pecamos ignorando que eso es malo para nosotros. Pero, a pesar de todo, sea a propósito o por ignorancia, Dios no nos tira con un misil desde el cielo. Es paciente, aunque odia profundamente el pecado que cometimos.

¿Sabes por qué Dios toma esta actitud paciente y perdonadora?

Por dos razones:

1º. Porque así es Dios. Sí, aunque te suene muy simple. Ser paciente, ser perdonador y darnos más oportunidades de las que merecemos es su forma de ser. Pero que te quede claro: Él aborrece el pecado y también nos disciplina cuando es necesario.

2º. Porque Él sabe que tenemos una inclinación natural a pecar y que por nosotros mismos no podemos “ganarle” al pecado. El pecado como poder está en nosotros desde nuestra gestación y seguirá hasta nuestra muerte. Pero esto no significa que podamos pecar libremente o nos excusemos diciendo: “No puedo, no puedo, el poder del pecado me hace pecar, quiero pero no puedo”. ¡Mentiras! Pecas porque quieres no porque estés obligado a hacerlo. Jesús te dio libertad y su vida en la tuya te da un poder mayor al del pecado, el poder y la fuerza para amar la santidad y honrar a Dios.

Cuando pecas, ¿qué tipo de actitudes tomas?

A. ¿Acusas y culpas a otros por lo que decidiste hacer o decir?

B. ¿Le buscas explicaciones, excusas o justificaciones racionales a tu pecado para hacerlo parecer “menos malo” o “menos grave”?

C. ¿Ocultas lo que hiciste poniendo cara de “no pasa nada”, “todo está bien” o “yo jamás haría algo así”?

D. ¿Buscas escapismos para no pensar en lo que hiciste? Videojuegos, T.V., juegos de rol, música, estudiar o trabajar como un loco, dormir todo el día, etc.

E. ¿Reconoces que pecaste y aceptas tu responsabilidad por lo que hiciste, buscando a Dios para confesarle tu pecado y creyendo que Él puede limpiarte y perdonarte completamente?


Solamente esta última opción es la correcta, porque es la única que te soluciona el grave problema del pecado. Sólo Dios puede hacerse cargo de nuestra pecaminosidad, por eso necesitas a Jesús para que su sangre te limpie y su vida te santifique.

Y recuerda que el único pecado que Dios no perdona es aquel que tú no le confiesas.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Reflexiones – EL LAPIZ









Un hacedor de lápices tomo un lápiz justo antes de meterlo en su caja, y le dió unos consejos.


Le dijo: “Hay cinco cosas que debes saber antes de que seas enviado al mundo”; siempre recuérdalas y serás el mejor lápiz del mundo. “Estas cinco cosas son las siguientes:


1. Siempre harás cosas grandiosas, pero solo si te dejas sostener en la mano de alguien mas.


2. Experimentaras el dolor en algunas ocasiones en que te saquen punta, pero será necesario para que seas cada vez un mejor lápiz.

3. Cometerás errores, pero tendrás un borrador para corregirlos todos.

4. La parte mas importante de ti es la que llevas dentro, y…

5. En cualquier superficie que seas usado, tendrás que dejar tu marca. No importan las circunstancias o las condiciones, deberás continuar escribiendo.

El lápiz entro en su caja, prometiendo recordar estas cinco recomendaciones y con un propósito en su corazón: el de ser útil.


Ahora podríamos ponernos nosotros en el lugar del lápiz y recordar estas cinco recomendaciones para ser, cada día, mejores personas:


1. Siempre harás cosas grandiosas, pero solo si te dejas sostener en las manos de Dios.

2. Experimentaras en dolor en lagunas ocasiones; en las luchas y tribulaciones, pero será necesario para que seas mas fuerte y valiente cada vez.

3. Cometerás errores, pero tendrás humildad para corregirlos todos y crecer por medio de ellos

4. La parte mas importante de ti es la que llevas dentro del corazón, y…

5. En cualquier superficie que camines, tendrás que dejar tu marca; no importan las circunstancias o las condiciones, deberás continuar sirviendo a Dios en cada momento.

Depender de Dios y servirle es uno de los privilegios mas hermosos que tiene el creyente, Él es la vida verdadera, y todo el que permanece en Él lleva mucho fruto, porque separados de Él nada podemos hacer.

Dice Romanos 8 que en Él somos más que vencedores:

vs.28. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

vs.29. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

vs.30. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a
éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. Amen.


Tomado de tiempoderedencion.blogspot.com